Cuando una se dedica a cultivar la pasión y el interés por el cine independiente, las películas latinas, asiáticas y europeas, más que las hollywoodenses, una va afinando los sentidos, haciéndose más exigente. Subirles la vara a las películas es parte de ese camino, pues las buenas historias, auténticas, originales y diversas son las que realmente satisfacen esa sed inagotable de buen cine.
El riesgo, en este proceso, es que una se vuelva esnob y desdeñe todo lo “no indie” o “no de autor”, con los peligros que eso implica, tales como aislamiento social, insatisfacción crónica y mala onda. Para evitarlo, afortunadamente, hay una clave infalible: el gusto por las buenas historias, el cariño por las sagas con sabor de infancia y la capacidad de disfrutar historias hechas para entretener.
Y es esa la combinación de actitudes con que fui al preestreno de Karate Kid: Leyendas; con el sabor de los recuerdos de cuando conocí al inolvidable señor Miyagi inmortalizando la “postura de la grulla” que vemos hasta hoy en todo tipo de situaciones y que es incluso imitada por el adorable Kun-Fu Panda.
El caso es que la nueva película del universo Karate Kid – Cobra Kai resultó ser una grata sorpresa, que ofrece un poco de todo para todos los públicos, los de antes, los de después y las nuevas generaciones por conquistar. Es difícil hacer una reseña sin spoilers, pero puedo destacar la creatividad para crear una narrativa que combina fragmentos y momentos de las distintas historias de la saga, logrando instantes emocionantes, divertidos y conmovedores.
Otro elemento que me gustó fue el juego logrado con los roles de maestros y aprendices. Antes eran solo adultos los que enseñaban a los jóvenes y ahora hay más que eso, es una integración de personajes, culturas y generaciones que funcionan estupendamente, en un gran despliegue cinematográfico y de fotografía, por deslumbrantes escenarios, con una muy aceptable banda sonora.
Por otra parte, ver a Jackie Chan (de quien jamás fui fan), entregarnos un personaje maduro, hecho a su medida, con el justo balance de humor y sabiduría, afecto y disciplina, fue un gusto aparte. “No se trata de pelear, se trata de no rendirse.”
Hay fragmentos y personajes que faltó desarrollar, hay clichés, se admite, así como un trágico episodio familiar que pudo ser mejor aprovechado, pero la historia, las relaciones y los mensajes latentes sobre temas como la perseverancia, la disciplina, el autocontrol y el respeto, están logrados con creces.
Claramente, el lanzamiento de Karate Kid: Leyendas es un mensaje: tendremos más de este multiverso en un futuro cercano. Confiemos en que no sigan el manual de blockbusters a pie de letra para que lo que se viene sea cada vez más interesante.
No digo más, hay escenas que añadirán más momentos a la cálida nostalgia que atesoran quienes han seguido las historias de estos universos narrativos; los guionistas han sabido jugar entre la novedad y el homenaje a la saga, desde el primer hasta el último diálogo. Un regalo con las proporciones justas de entretenimiento y tensión, ideales para compartir en familia.