En una comunidad del altiplano vive Tata Filipo, un vendedor de nichos de 66 años. Una noche, un misterioso visitante golpea a su puerta con una propuesta inquietante: un terno hecho a la medida para el día de su muerte.
Desde ese instante, Filipo queda atrapado en un flujo temporal que avanza en reversa, llevándolo de sus últimos momentos al fatídico encuentro que cambiará su destino. A través de este viaje invertido, su cotidianidad se desarma y revela la imposibilidad de desandar el pasado, mostrando cómo la codicia, una vez sembrada, deja huellas profundas en la conciencia y en la tierra.
«El hombre que me vendió un terno», de Esteban Medrano, utiliza un montaje no lineal para explorar la percepción andina del tiempo, la memoria y la muerte. La narrativa circular posiciona al espectador en un terreno inestable, donde imágenes y sonidos rebobinan, invitando a reconstruir la historia desde fragmentos dispersos.
