Catalina Ulloa inició este proyecto en 2019 como una serie de fotografías dedicadas a Esther, su abuela de 92 años, captadas a lo largo de su convivencia. Las imágenes registran momentos cotidianos, gestos, manos y formas de habitar el hogar, construyendo un retrato íntimo de su vida. Tras su fallecimiento en 2024, las fotografías adquirieron un nuevo significado, convirtiéndose en testimonio visual de una presencia que persiste en el espacio.
El libro reúne este trabajo como un homenaje a la memoria de Esther y a los vínculos que trascienden la ausencia. La obra reflexiona sobre la continuidad de la vida y los ciclos afectivos, representados simbólicamente en la ch’alla como gesto de conexión entre generaciones.

